Eduardo Sacheri
El secreto de tus ojos
ePUB v1. 0
MayenCM 10. 09. 11
Hace treinta años, Benjamín Chaparro era prosecretario en un juzgado de instrucción y llegó a su oficina la causa de un homicidio que no pudo olvidar. Ahora, jubilado, repasa su vida, las instancias de ese caso y sus insospechadas derivaciones, y la historia de un amor secreto que lo mantiene acorralado entre la pasión y el silencio. Una trama policial ambientada en los años sesenta y setenta en una Argentina que paulatinamente se sumerge en la violencia política, y cuyos personajes luchan contra la impunidad, la burocracia del sistema judicial y las miserias propias y ajenas. Los personajes son hombres que hicieron de la búsqueda de la verdad su destino; de la memoria, un camino imprescindible, y de la lealtad, un culto que trasciende el tiempo, las distancias y la muerte.
El secreto de sus ojos
Autor Eduardo Sacheri
Editorial Alfaguara
Fecha de publicación 29/09/2009
ISBN 9788420405223
EL SECRETO DE SUS OJOS
1
No estoy demasiado seguro de los motivos que me llevan a escribir la historia de Ricardo Morales después de tantos años. Podría decir que lo que le pasó a ese hombre siempre ejerció en mí una oscura fascinación, como si me diera la oportunidad de ver reflejados, en esa vida destrozada por el dolor y la tragedia, los fantasmas de mis propios miedos. Muchas veces me ha sorprendido advertir en mi espíritu cierta alegría culposa frente a los horrores ajenos, como si la circunstancia de que a otros les sucedan cosas espantosas fuera un modo de alejar de mi propia vida esas tragedias. Una suerte de salvoconducto nacido de cierta obtusa ley de probabilidades: si a Fulano le ha ocurrido semejante cosa, difícilmente les pase a los conocidos de Fulano, entre los que yo me cuento. No es que pueda ufanarme de una vida pletórica de éxitos. Pero en la comparación de mis desdichas con las de Morales salgo ganando. De todos modos, no se trata de contar mi historia sino la de Morales, o la de Isidoro Gómez, que es la misma pero vista del otro lado, vista del revés, o algo así.
No es eso solo lo que me conduce a escribir estas páginas.
Aunque esa especie de asombro morboso tenga su peso y su parte. Supongo que la cuento porque tengo tiempo. Mucho, demasiado tiempo. Tanto tiempo que las minucias cotidianas que componen mi vida se disuelven velozmente en la nada monótona que me rodea. Estar jubilado es peor de lo que me había imaginado. Debería haber aprendido eso. No lo de estar jubilado, sino eso de que las cosas que tememos suelen ser peores cuando ocurren que cuando las imaginamos. Durante años vi a mis compañeros del Juzgado despedirse del trabajo con el cándido optimismo de que ahora sí, por fin, iban a disfrutar de su tiempo y de su ocio. Los vi partir convencidos de que ganaban poco menos que el paraíso. Y los vi regresar aniquilados, velozmente derrotados por el desengaño. En dos semanas, en tres a lo sumo, consumían todos los supuestos placeres que creían haber postergado durante sus años de rutina y de trabajo. ¿Y para qué? Para caerse por el Juzgado cualquier tarde, como quien no quiere la cosa, para sacar charla, tomar un café o hasta ofrecer una mano con alguna causa medio complicada.